Fantasías sexuales.
Los sueños y las fantasías sexuales  se tornan más frecuentes y explícitos en la adolescencia, muchas veces  como elemento auxiliar de la masturbación. Parece ser que la fantasía,  en el marco de la adolescencia, cumple varios cometidos: realza por lo  general el placer de la actividad sexual; puede sustituir a una  experiencia real (pero inasequible); origina excitación o provoca el  orgasmo; constituye una especie de plataforma de ensayo mental de cara a  ulteriores situaciones sexuales (aumentando la tranquilidad y  anticipándose a posibles problemas, igual que ocurre con el ensayo de  cualquier otra actividad). La experiencia del  adolescente, en cuanto a la exploración del alcance y aplicabilidad de  las fantasías, repercute decididamente en su actividad sexual y en la  propia seguridad a la hora de desempeñarse sexualmente en fases  posteriores.
Independencia
A medida que el adolescente pugna por  consolidar un sentido de identidad e independencia personal con respecto  a sus padres y a otras figuras autoritarias, adquieren gran importancia  las relaciones recíprocas con los compañeros y compañeras de la misma o  parecida edad. Así, por ejemplo, la necesidad de libertad que  experimenta el adolescente se acompaña normalmente del imperativo de ser  como sus amigos, por más que en ocasiones ambas exigencias sean  contrapuestas o antagónicas. 


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